Esta semana hemos empezado con un nuevo taller que trata sobre la ciudadanía digital. Aingeru nos a propuesto relatar tres situaciones en las que nos encontremos Online y otras tres en las que estemos Offline.
Al presentar esta idea, en clase surgieron muchas confusiones de lo que significa realmente estar conectado y desconectado de la red. ¿QUE ES REALMENTE?
En mi rutina diaria se observa cómo esta repleta de dispositivos electrónicos y a su vez, estos, conectados a la red.
- Antes de dormir contesto mis últimos WatsApp y me pongo la alarma en el teléfono.
- En cuanto me despierto lo primero que hago es revisar los mensajes que tengo y las últimas noticias de Twitter.
- En el camino en tren a la Universidad voy hablando por WatsApp y leyendo lo que me a quedado pendiente de leer en Twitter, además de, mirar el Instagram (me lo quité pero aún así desde Internet me sigo metiendo) de mis influencers favoritas.
- Cuando estoy en la Universidad sigo contestando en clase los mensajes que me llegan.
- De vuelta a casa sigo contestando mensajes. Sin embargo, si voy acompañada por educación no cojo el móvil.
- En casa utilizo Internet para realizar los trabajos de la Universidad por Drive con mis compañeros/as y utilizo Google para realizar búsquedas de artículos académicos.
- En mis descansos y horas libres me gusta jugar a videojuegos y ver vídeos de Youtube puesto que estoy suscrita a diversos canales.
- En la cena toda mi familia vemos la televisión (también hay comunicación entre nosotros)
Después de dejaros ver un poco de mi rutina diaria se observa que tengo bastante tendencia a estar todo el día Online. Considero, que es bueno ser consciente de esto y reconocerlo para poder poner límites.
Voy a centrarme en 3 situaciones en concreto en las que me encuentro Online y Offline. Quiero destacar previamente que me ha sido más complicado encontrar situaciones Offline que Online por el uso continuo que hago de las nuevas tecnologías.
ONLINE
- Watsapp: En mi vida diaria esta aplicación es la que más utilizo ya que vivo en un pueblo y es la única manera que encuentro para poder tener contacto con personas que están lejos de mí. Aún así, hay veces que no se utiliza correctamente y estar en tantos grupos y tener tantos chats a los que tener que contestar inmediatamente me crea mucha ansiedad y estrés. Muchas veces he discutido con personas de mi entorno por no contestar inmediatamente a sus mensajes: la mayoría de veces estaba ocupada o no ni si quiera lo había visto.
- Youtube: Esta plataforma permite tener acceso a diversidad de contenido que la televisión no puede ofrecerte además de poder elegir cuándo y qué quieres ver. Sin embargo, al estar metidos en casa y tan concentrados en lo que vemos perdemos la noción del tiempo y podemos pasarnos horas y horas delante de la pantalla.
- Twitter: Esta herramienta permite poder compartir tus pensamientos con todas las personas del mundo y hacerlo de manera pública o privada. Asimismo, tiene la opción de ver las noticias más destacadas en la actualidad. Pero... ¿hasta dónde llegan los límites? cualquier persona tiene derecho de decir lo que piensa, de acuerdo, pero... ¿de que manera? ¿es justo herir a alguien con tus comentarios y salir impune?
- Conducir: Necesito estar concentrada en lo que estoy haciendo y alerta para los peligros que pueda encontrar. Por ello, estoy totalmente desconectada de la vida virtual.
- Cenar con mi pareja: Muchas veces, necesitamos estar conectados a la vida real eso conlleva a no tener ninguna distracción que te haga estar en otra parte sin disfrutar de lo que estas viviendo en ese momento.
- Ir a la playa: Siempre que voy a la playa evito llevar el teléfono móvil para poder desconectar 100% del estrés y de la inmediatez de tener que contestar a los mensajes.
En relación con el artículo "La ilusión de una vida sin internet" que trata de visibilizar que sólo unos privilegiados tienen derecho a desconectar totalmente de su trabajo diario; me a impactado mucho porque nunca me había parado a pensar en ello.
En el texto se relata cómo en los trabajos con más prestigio se está empezando a tener en cuenta esta problemática, haciendo, entre otras cosas, que los jefes no tengan derecho a mandarte correos o llamarte en tus días libres. Pero... ¿Qué ocurre con los trabajos precarios? no se tiene ningún tipo de control puesto que, por el simple hecho de trabajar en determinados puestos, debes tener total disponibilidad para poder llevar un sueldo a casa. ¿Y si no lo haces? el despido será inminente.
El nivel socioeconómico alto vuelve a ganar teniendo más posibilidades y oportunidades para poder desconectar. Además, las personas que se encuentran en este estatus pueden permitirse pagarse un campamento de desintoxicación de Internet o sesiones de Midfunless para bajar su nivel de adicción y ansiedad.
Para finalizar con mi entrada, he rescatado unas preguntas de un artículo de El Español para que intentéis reflexionar sobre ellas o simplemente darles respuesta.
"Y vosotros que pensáis, ¿seremos la última generación que aún pueda distinguir entre estar online y offline? ¿Dependemos cada vez más del hecho de estar online? ¿Son ya cada vez menos los momentos que tenemos de paz offline?"
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